AIRA, CÉSAR: El jardinero, el escultor y el fugitivo

“Sin más, entré.  La acción siempre gratificaba, en la novela tanto como en la vida real (o más).  El candado habría sido un impedimento pero no bastó para frenar mi impulso.  La puerta de chapa gimió con la ronca carraspera del óxido, la madera podrida del escalón de acceso crujió.”

“…supe que ya estaba lejos de la casa cuando dejé de oír el ruido que hacía Benita, nuestra fiel ama de llaves, lavando la vajilla del desayuno.  Se hizo el silencio, que no era silencio.  Zumbidos, aleteos, trinos, roces de hojas, y el toc-toc permanente de lo que caía.”

BENNET, S. J. «El nudo Windsor»

«Los pájaros gorgojeaban en los árboles. Les llegaban los zumbidos sordos de los insectos y el sonido de los caballos en la distancia. Se quedaron allí un rato más, disfrutando de los rayos de sol que se colaban entre las hojas y moteaban la sombra.»

«Oyó un ruido similar a las gotas de lluvia, y comprendió que la gente del vagón estaba aplaudiendo.»