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“La “juventud” seguía en la habitación contigua jugando a las cartas o bailando al son de la música suramericana, una música de bandoneón indecente y sensual. Él estaba sentado al otro lado, escuchando esa música de acordes estridentes, indecorosa e impúdica, provocativa y desagradable. ¡Ésta es la clase de gente que se divorcia, la que deja que este tipo de música despierte sus deseos! Sonrió avergonzado por una generalización tan arbitraria, tan barata.”