GRANDES, ALMUDENA: Los pacientes del doctor García.

“No me gustó el sonido de aquel pensamiento, porque Amparo me gustaba demasiado…”

“En ese momento escuché un ruido pequeño y metálico, que se repitió un par de veces, y comprendí que un canadiense nos estaba haciendo fotos.”

“…la lluvia entonaba una canción frenética sobre las tablas de la persiana, en el dormitorio donde Manolo y yo hablábamos ante un tablero de ajedrez, moviendo una pieza al azar, de vez en cuando.  Un repiqueteo aún más frenético, el de los tacones de Amparo sobre el suelo del pasillo, se superpuso enseguida al eco del agua.”

“…en el sonido hueco de su voz percibí un presagio de llanto que me cogió por sorpresa.”

“En un susurro rítmico y entrecortado, que daba una consistencia aterciopelada, casi dulce, a su voz ronca de fumadora…”

“Cuando llegaron a su puesto, Agneta seguía cantando el himno del partido Nacionalsocialista Obrero Alemán con una voz cada vez más fea, más ronca de desesperación y menos humana, semejante a un alarido en el que apenas acertaba a articular las palabras, pero ni así dejó de exigir que las calles se abrieran para dejar paso a los batallones de las tropas de asalto.  Schmitt y Gallardo la llevaban abrazada, casi en volandas, y sentían en las suyas el dolor de su garganta, en sus oídos otro más agudo, más sutil, que nacía de la creciente deformidad de aquella voz, el patético estruendo de un canto que ya era un estertor, puro grito.”

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